Existen muchos libros para conseguir el éxito, para lograr la motivación, entre otras cosas, pero luego de que decidiste ser un emprendedor ¿Qué debes hacer? En este libro te muestro el antes, el durante y el después del maravilloso arte de emprender, te doy un ejemplo del zapato de un millón de dólares por medio de un breve cuento en el prologo, así entenderás lo que te quiero enseñar, te doy herramientas para el camino y comparto contigo 75 sugerencias de negocios para nuevos emprendedores, es un libro bastante completo para ti, la biblia del emprendedor
Prologo
En un extraño lugar
llamado “El Pueblo de no sé Quién”, vive un singular personaje llamado Pepenacho,
este es un tipo muy raro y ya les explico el por qué:
En “El Pueblo de no
sé Quien” vivían personas que estaban acostumbradas a la rutina, hacían todo
como siempre se había hecho desde hace sopotosientos años, el señor de la
bodega tenía ese oficio porque su padre y el padre de su padre lo habían hecho,
al igual que el zapatero, el carpintero, el carnicero, el lechero, el cartero,
entre todos los demás oficios que son delegados por herencia familiar, siempre
había sido así y sus hijos tenían que ser igual, incluyendo sus nietos y
bisnietos, no se podía cambiar eso, pues dicen las malas lenguas que si lo
haces te irías al mismísimo infierno, el cachudo te vendrá a buscar y te jalara
por lo pies, te llevara con el si haces lo contrario a lo que se ha hecho
durante todos estos años.
Pero la maldición no
termina allí, si estas colaborando con esa persona que se está saliendo del
carril correrás con la misma suerte, tomando en cuenta que colaborar con el atrevido
personaje significa que no le digas a nadie que está haciendo algo indebido o
que no colabores con las multas que debes hacer para tratar de que vuelva al
carril (multas es castigos).
Pero no se preocupen,
el pueblo estaba preparado para semejante catástrofe si llegara a pasar. En la
plaza del pueblo tenían en un pedestal un zapato muy singular, era un zapato
hecho de metal, macizo, fuerte y pesado, pero lo más extraño era que se
adaptaba al pie de todos los integrantes del pueblo. Si por casualidad a
alguien se le ocurría desviarse del camino cualquiera podría tomarlo y
ponérselo para que con este lograra enderezar al loco que se atreviera a pensar
diferente.
Por otro lado, Pepenacho
era el hijo del doctor, un puesto bastante elevado y con mucho porvenir, tenía
el mayor estatus y era muy respetado, Pepenacho se sentía muy orgulloso de
tener el padre que tenia, buen cargo, era un hombre responsable, tenía en sus
manos el bienestar del resto del pueblo, aparte de ser un buen padre, buen
esposo, buen hijo y buen amigo… que mas podía pedir.
Pero a pesar de su
gran orgullo sentía dentro de su ser que algo no encajaba, ¿será que estoy
enfermo? Se preguntaba así mismo, y decidió ir al consultorio de su padre para
que lo chequeara.
Hola papa, vengo a
que me recetes una medicina.
El padre responde,
¿te sientes mal?
Si, contesta, me he
sentido diferente.
¿Como así? Debes ser mas especifico. Dice su padre.
Bueno, he sentido un
vacio en el estomago, siento un impulso que no se cómo describirlo, es algo que
me recorre el cuerpo, desde mi cabeza hasta mis pies, siento que el corazón se me
sale, va muy acelerado y me hace caminar de aquí para allá.
¿Y qué comiste esta
mañana? le pregunta el padre.
Bueno, cereal y
panqueques.
Creo que es una
sobredosis de energía, eso pasa por tu edad, los jóvenes suelen desatar una
reserva de energía acumulada por algunos años, te aconsejo que utilices esa
energía en tus estudios, recuerda que estudiar para ser médico no es fácil y
necesitas tiempo y mucha energía. Dice el padre.
Papa, con respecto a
eso quisiera hablar.
El padre asustado le
dice, bien dime lo que quieras siempre y cuando no me vayas a salir con que no
es la carrera que quisieras estudiar, eso sería lo peor que le puede pasar a la
familia y al pueblo.
No papa, no te
preocupes, es solo que estoy asustado, la universidad queda en el siguiente
condado, no se con que me vaya a conseguir, no sé cómo son las personas, no sé
cómo es la vida allá, y aunque no está lejos y puedo regresar todos los días,
siento que voy directo al matadero.
El padre aliviado
dice: tranquilo, tú solo tienes que tener en la mente todo lo que te hemos
enseñado aquí en el pueblo y todo estará bien.
Cabe destacar que las
enseñanzas del pueblo se reducen a que si haces algo diferente el cachuo te
vendrá a buscar y el pueblo no se quedara de brazos cruzados.
Llego el día.
Hora de ir a la
universidad.
Pepenacho sentía un
vacio, un susto, un no sé qué, pero bueno a comenzar se ha dicho.
Llegando a la
institución se da cuenta de lo grande y bonita que es, hay muchas personas,
arboles, edificios de estudio entre muchas cosas más.
Desorientado entra a
un edificio, busca en su horario de clases el numero del aula que le
corresponde, al conseguirla entra inmediatamente pues iba demorado.
Se sienta y comienza
la clase, era muy extraño, el pensaba que se encontraría con una clase donde hablarían
del cuerpo humano, total para eso es que se estudia medicina, para saber cómo
curar el cuerpo humano.
Al contrario de esto,
se da cuenta que el profesor está hablando de lo importante que es tener éxito
personal, durante toda la clase Pepenacho se sintió atraído por el tema,
escucho cada palabra de su docente como melodía pegajosa y relajante, hablaba
sobre la importancia del éxito en la economía, en lo personal, en lo laboral y
en lo profesional, también resaltaba las ventajas de tener una personalidad
innovadora, creativa y sobretodo “LIBRE”.
Al terminar el tiempo
de la clase, el profesor culmina con las siguientes palabras: “no importa lo
que estudies sino el provecho que le saques a lo que aprendiste”
Al salir de clases le
comenta a una compañera que estaba a su lado: que rara esta clase, aunque me
gusto mucho pensé que hablaríamos del cuerpo humano.
¿Y por qué pensarías
eso? Contesta.
Pues estamos
estudiando medicina, es de lo que tenemos que saber, le dice Pepenacho.
La chica sonriente le
contesta: eres bien despistado, esta es la facultad de economía y finanzas, la
facultad de medicina queda en el edificio de al lado.
Impactado y con cara
de estúpido, le contesta, no puede ser, me perdí mi primera clase.
Pues sí, pero no es
algo del otro mundo, pregúntale a un compañero de que se trato la clase de hoy
y mañana te recuperas, es la primera clase, no es mal de morirse. Dice su amiga
Y por cierto, me
llamo Margot.
O si, que descortés,
me llamo Pepenacho.
Un nombre muy
particular, dice Margot.
Pues sí, ese es el
nombre que escogió mi padre para mí.
Vi como quedaste maravillado
con todo lo que hablo el profesor, dice Margot.
Me gusto mucho la
clase, en realidad disfrute mucho la clase, dice Pepenacho.
¿Te gusta la
economía? Pregunta Margot.
No lo sé, nunca había
pensado en eso, siempre me dedique a pensar en cómo graduarme de medico con
honores como mi padre.
Uff, desde ahora creo
que tendrás eso metido en la cabeza. Debes tomar una decisión. Dice Margot.
Las decisiones no son
una opción, si no hago lo que tengo predispuesto en mi vida el cachuo vendrá
por mí.
¿Qué? Dice Margot.
Explícate.
Bien, en mi pueblo
tienen la idea de que si haces algo diferente un ser maligno y sobrenatural
vendrá y te tomara por los pies para llevarte al lado más oscuro del infierno,
le llamamos el cachuo.
Por Dios, dice
Margot. ¿En qué pueblo vives?
En el pueblo de no sé
quién. Contesta Pepenacho
Margot con cara de
asombro, impactada y casi sin palabras le dice, ¿y tú crees en todo eso?
Pues claro contesta Pepenacho,
crecí con esas creencias, no tengo por qué no creer, y ten cuidado porque si haces
algo diferente el cachuo vendrá por ti.
Contesta Pepenacho y se despide.
Durante la noche
Pepenacho no paraba de pensar en esa clase en particular, volvía a sentir un
ataque de energía que le hacía caminar de un lado a otro, el corazón se le iba
a salir del pecho de lo acelerado que estaba. Pero se repetía una y otra vez,
“no pienses en eso, no pienses en eso” pero era inútil, seguía pensando.
Al día siguiente
luego de salir de la clase de medicina y ponerse al día con la clase perdida,
se encontró con Margot.
Hola Margot, dice
Pepenacho.
Hola, contesta
Margot.
Margot comienza la
conversación diciéndole:
Pensé mucho en ti
toda la noche y en lo que me dijiste sobre el cachuo, por eso quiero que
caminemos un rato y hablemos.
Pepenacho muy
asombrado le contesta, pues claro vamos.
Margot dice mientras
caminaban: ¿te puedo llamar pepe?
Si, contesta
Pepenacho.
Margot dice: En la
vida hay cosas que te pueden causar intriga, susto, impulsos, sobresaltos,
tristeza, miedo, entre otro montón de emociones, es decir, las emociones que
algo te puede causar son infinitas, pero ese “ALGO” también tiene una gran gama
o variedad.
¿A dónde vas con todo
esto? Dice Pepenacho.
Tú te has limitado a
pensar solo en lo que te dice tu papa y un grupo de personas, pero no has tomado
en cuenta que es lo que quieres en realidad. Dice Margot
Yo quiero ser medico
como mi padre, eso es verdad, no te miento, dice Pepenacho.
Pepe, ¿te has puesto
a pensar si eso es lo que quisieres si no le tuvieras miedo al cachuo? Dice
Margot.
Bueno, claro que no
he pensado en eso, si lo pienso el cachuo me llevaría. Dice Pepenacho
Hay algo muy especial
en ti, lo sé, lo siento, eres un ser maravilloso, inocente, honesto y leal a
tus principios, pero no te has dado cuenta que tu ser va mas allá de lo que te
diga la gente, tus limites los pones tu, nadie más, tú tienes que superar tus
miedos, no hagas de estos tus enemigos, solo supéralos y aprende a convivir con
ellos. Dice Margot.
¿Margot a donde
quieres llegar con todo esto? Dice Pepenacho.
Solo escúchame, dice
Margot.
En el momento que vi
tu mirada cuando el profesor daba su clase me di cuenta que afloraban en ti
unos grandes y maravillosos sentimientos, por tus ojos salía gran satisfacción,
a mi parecer son las ganas que tienes de ser algo mas, y no lo digo porque no
quieras ser médico o porque quieras ser otra cosa, recuerda que seas lo que
seas, lo importante es llegar al límite con tus conocimientos, aprender a dar
más de ti, a traspasar todo paradigma lógico o ilógico. Tú eres el dueño de lo
que quieras pensar, de lo que quieras creer y por sobre todo de lo que quieras
hacer.
Pero Margot. El
cachuo… dice Pepenacho.
Pepenacho lamento
decirte que el cachuo son tus miedos, que el cachuo es tu inseguridad, el
cachuo son tus limites y también que santa Claus no existe ni el hada de los
dientes ni el ratón Pérez. Lamento destruir tu infancia pero ya es hora de
crecer. Le dice Margot.
Pepenacho, no sabía
que decir, abrumado por todo lo que dijo Margot, se fue a su casa sin ni siquiera
despedirse.
Durante toda la noche
Pepenacho no paro de pensar en las palabras de Margot.
Al día siguiente, la
familia y un amigo de su hermano se sientan a desayunar, Pepenacho aun pensando
en las palabras de Margot, se le veía distraído lo cual llamo la atención de su
padre.
Pepenacho, ¿qué te
sucede? Aun te sientes mal.
¿Padre alguna vez has
pensado en hacer algo diferente a tu profesión?
El padre molesto, muy
molesto le aclara con voz alta:
Como se te ha podido
ocurrir semejante erigía, mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo fueron los médicos
de este pueblo, no tengo por qué pensar en algo diferente, que te ha pasado,
estas como loco al pensar en algo así.
Pepenacho contesta:
pero padre no digo que no fueras medico pero ¿alguna vez pensaste en levantar un
dispensario privado donde puedas estar con tus colegas atendiendo a las
personas o en un dispensario publico patrocinado por las empresas privadas y
personas de buen corazón que quieran donar para esta causa?
El amigo del hermano
de Pepenacho tenía el mismo rostro del resto de la familia, impactado, asustado
y sin aire lo único que pudo decir o mejor dicho gritar fue “EREGIA EREGIA”
salió corriendo a la plaza del pueblo, rompió el vidrio de emergencia y saco el
gran zapato de metal.
Pepenacho al ver eso,
se hizo a correr, corrió y corrió dando saltos por todo el pueblo escondiéndose
de la gente pues ya se había corrido el rumor de que había un desviado y ellos
no se podían dar el lujo de permitirlo pues el cachuo iría tras ellos también.
Cuando Pepenacho se
dispone a salir del pueblo fue interceptado por la patrulla ciudadana, fue
llevado a la plaza, donde seria multado.
Margot se sintió mal
por haber sido tan directa con Pepenacho.
El es un chico
ingenuo, sensible, no sé como lo tomaría. Se dice Margot… mejor me acerco al
pueblo de Quién sabe que, para ver si está bien.
Llegando al pueblo se
encuentra con la dantesca escena.
Pepenacho estaba
siendo pateado con un zapato de metal. Su familia lloraba y le imploraban a
Pepenacho que volviera al carril y se retractara de lo que dijo y de lo que
pensaba. Pepenacho decía que no que hay más cosas en la vida por la que uno
tiene que luchar como lo es la motivación y la pasión por hacer algo que te
guste hacer.
El pueblo no lo podía
creer, se sentían abrumados y ofendidos con sus palabras, el miedo por el
cachuo los hacía pensar de forma diferente y mas lo pateaban.
No dejaremos que el
cachuo nos lleve a nosotros también, decían mientras lo pateaban en el
estomago, piernas, brazos cara y todo a lo que le llamen cuerpo humano de
Pepenacho.
Margot, no sabía qué
hacer y luego del pasmo emocional reacciona, corrió y lo cubrió con su cuerpo
recibiendo también la gran paliza mientras le susurraba al oído, aguanta un
poco más, todo va a pasar, aguantemos los dos algún día se darán cuenta que el
cambio no es malo y que pensar diferente tampoco lo es.
Pepenacho susurra, no
pararan hasta que yo lo decida.
Margot sorprendida se
levanta como puede.
En ese momento Pepenacho
salta con todas sus fuerzas, la gente del pueblo esta tan impactada que no
sabía qué hacer.
Pepenacho tomo a la
persona que tenía el zapato de metal, le hace una llave y con todo y lo herido
y golpeado que estaba le logra quitar el zapato de metal, la gente sintió más
miedo aun.
Pepenacho se pone el
zapato y dice:
Desde hoy yo llevare
puesto este zapato de metal, nunca más me harán daño ni a las personas que
piensen diferente.
La gente regreso a
sus casas sin decir ni una palabra, por un tiempo los integrantes de ese pueblo
quedaron mudos, esperando a que el cachuo se los llevara.
Margot le dice a Pepenacho:
En serio no te
quitaras jamás ese zapato.
Pues no, contesta Pepenacho,
lo llevare a todas partes por muy pesado que sea, este será un recordatorio de
que puedo lograr lo que me proponga incluso superar mis miedos.
Caminan juntos,
siempre tomados de las manos, recuperándose de los golpes, pero viendo siempre
hacia el futuro.
Fin
Tomando en cuenta lo
anterior podemos identificar como:
Pepenacho:
Emprendedor.
Margot: Esperanza.
El cachuo: Miedos, inseguridad,
límites. (Personales)
El zapato de metal: (externos)
maldad, chismes, cizaña, desconfianza, fracasos, mentiras, gente toxica.
No importa lo que
estudies o lo que pienses, si eres igual o diferente, lo importante es aprender
a tomar el control del zapato de metal, ponértelos y caminar con ellos, siempre
en tus pies y no en tu cabeza, llevados
por ti y no lo contrario, aprende a convertir ese zapato de metal en un zapato
de un millón de dólares. Leer mas...
La Resilencia es la
capacidad de hacer frente ante las adversidades de la vida, transformar el
dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecido de ellas. Una persona
resilente comprende que es el arquitecto de su propia alegría y propio destino.
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